Hablemos de intimidad

Cuando escuchamos esta palabra tenemos la tendencia a asociarla con relaciones sexuales, y aunque tiene conexión, no lo es todo, el espectro es mucho más amplio. La palabra íntimo, viene del latín “intus” que significa “de adentro”, se trata de un espacio privado que se reserva solo para círculos muy reducidos y de mucha confianza.

En el contexto de las relaciones de pareja, es muy importante cultivar la intimidad, porque contribuye en gran manera a fortalecer la calidad de la relación y porque sin ella es muy poco probable que una relación prospere. Incluyo en término cultivar porque es necesario mantenerla, ella surge a veces de manera espontánea al inicio de una relación, pero se va haciendo más profunda en la medida que encuentra “tierra fértil para crecer”.

Lo dicho anteriormente se refiere a la intimidad emocional, y representa ese enlace afectivo que se da en la pareja que les mantiene unidos y que se hace más fuertes con el pasar de los años.

La pareja desarrolla tal conexión y tal intimidad que pueden hablar de cualquier tema con toda libertad, ellos no tienen el temor de ser rechazados o juzgados. En la intimidad encuentran aceptación, apoyo y comprensión, es esa idea que asienta la convicción de que siempre puede contar el uno con el otro.

Ellos pueden hablar abiertamente de sus temores, sufren juntos los fracasos, pero también celebran los triunfos, superan juntos los conflictos y las discusiones siempre se mantienen en las fronteras del respeto.

Este grado de intimidad emocional, da libre paso a la intimidad sexual, que considero un factor muy importante para la salud de un matrimonio, pero es muy difícil una saludable intimidad sexual sin la emocional.

Entiéndase que la intimidad sexual no se reduce al momento propio del acto, sino que incluye el antes, durante y el después. Resulta difícil y agotador para la pareja responder adecuadamente a las señales del deseo sexual de su cónyuge cuando la conexión emocional entre ellos está dañada, y eso pone a la pareja en una posición de vulnerabilidad.

Además de lo anterior, también hay una intimidad espiritual, que es tan importante como las primeras, en esta parte, la pareja atienden de forma individual su relación personal con Dios, y al compartir sus experiencias, hacen de la intimidad espiritual algo que se incorpora a su relación de pareja, que los lleva a crear momentos especiales de comunión con Dios juntos.

Aquí un gran desafío para las parejas, la intimidad en ninguna de sus expresiones se produce por sí sola, es verdad que a veces las relaciones son un tanto complejas y difíciles porque somos imperfectos, pero cuando trabajamos consciente e intencionalmente en estas áreas, la convivencia se convierte en algo sumamente maravilloso y enriquecedor.

MSc. Rodrigo Godínez J.

Psicólogo