Un lugar seguro

Mi mascota es un perrito chihuahua que mide aproximadamente 20 centímetros de alto, es una mezcla de ternura y valentía extrema, pero tiene una curiosidad, hizo de la canasta para transportarlo su fortaleza, su lugar seguro. Ahí duerme en las noches, descansa durante el día, y se refugia cuando se siente amenazado.

Ese comportamiento me hace pensar en la importancia de tener un lugar seguro para el alma, un espacio donde podamos acudir para refugiarnos en momentos en que nos sentimos abrumados por las presiones de la vida. Puede ser un espacio físico, un rincón de la casa donde siente que sus temores o amenazas están más distantes.

No es un lugar de escape, no es para huir de las amenazas, es un espacio para descansar internamente, para desahogarse, para liberarse de la carga emocional que le está abrumando, es un lugar para recobrar las fuerzas para poder seguir adelante, es su lugar seguro.

En mi experiencia personal, no encontré un lugar físico estrictamente, sino un “lugar espiritual”, mi lugar seguro es la presencia de Dios, cada vez que me siento abrumado, sin fuerzas, o que me surgen dudas o temores, aprendí a acudir a Dios.

No importa el lugar, ni la hora, simplemente, acudo por la fe a Dios en oración, y ahí descargo todo lo que siento, mis quejas, mis miedos, mi enojo, en fin, todas mis cargas emocionales. Cada vez que hago esto encuentro aceptación, misericordia, gracia y perdón. Me siento amado, libre, sano, y con una sensación de paz indescriptible. No tengo que buscar seguridad en otra parte, porque la encuentro en la presencia de mi Dios y mi Señor.

En este mundo tan acelerado en que vivimos, rodeados de tantas cosas buenas y malas, muchas veces nos sentimos sofocados por tantas presiones, creo que todos necesitamos encontrar nuestro lugar seguro, y creo también que no hay lugar más seguro que la presencia de Dios.

La invitación que Jesús nos hace es más que pertinente para todas las personas, cualquiera que sea su situación, él dijo:

Vengan a mi todos los que están trabajados y cargados, y yo los haré descansar. Mateo 11:28


Por

MSc. Rodrigo Godínez

Psicólogo