La fuerza de la fe

En cierta ocasión, en uno de los paseos familiares, fuimos a unas piscinas a disfrutar de un tiempo con los niños, para ese entonces eran muy pequeños, recuerdo que yo estaba en la piscina y le dije a mi hija que estaba afuera que se tire al agua, y yo la iba a recibir, ella lo pensó por unos momentos, pero al fin lo hizo.

Ella no sabía nadar, y realmente era peligroso que se lanzase si no hubiera alguien que la cuide. Posiblemente lo que ella podría estar pensando en ese momento sería, “mi papá me dice que me lance, él no va a dejar que nada malo me suceda, él me va a sostener en sus brazos, puedo disfrutar de estar en la piscina porque mi papa está ahí”.

Esta es una buena ilustración para referirme a la fe, justamente en tiempos difíciles donde el desempleo aumenta, la crisis se agudiza y donde las posibilidades de surgir se ven muy lejanas, y la enfermedad no quiere irse.

La fe no cierra los ojos ante ese escenario, no puedo decir que es fácil vivir estos momentos, pero sí puedo decir que existe un Dios grande, cuyo poder es ilimitado, la historia muestra él que tuvo el poder para alimentar a una nación en el desierto, de proveerles agua de una roca, de librarlos una y otra vez de sus enemigos.

Él ha prometido ayudarnos en nuestra debilidad, dijo que nunca nos dejará ni nos desamparará, uno de sus atributos es la fidelidad, que permanece aun cuando nosotros no lo seamos. Él es como un padre amoroso que está siempre pendiente de sus hijos, él ya había dicho que en este mundo tendríamos que pasar por cosas muy difíciles, pero también dijo que tengamos confianza en él, que nos ayudaría en toda circunstancia.

Tal vez usted ya sabe estas cosas, pero nunca está de más recordar esas promesas que alimentan nuestra fe para poder sostenernos estables espiritual y emocionalmente en esta temporada tan oscura.

La fe no significa cruzarse de brazos y esperar que del cielo van a llegar las cosas, la fe nos impulsa a levantarnos cada día con la confianza de que nada va a faltar, mientras hacemos nuestro esfuerzo para salir adelante, Dios no es indiferente al dolor de las personas, o al sufrimiento que atravesamos, Dios no se ha olvidado de sus promesas, él nos ayudará, nuestra parte es asumir la actitud de los niños, confiar en que los brazos del Padre celestial nos sostendrán aun cuando haya peligros a nuestro alrededor.

Por: MSc. Rodrigo Godínez J.

Psicólogo